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El diseño editorial hace parte del gran universo del diseño gráfico, así como lo son el diseño web, de marca y de empaques. A diferencia de estos, donde priman la usabilidad, la identidad y el producto, respectivamente, su centro está en la diagramación.

Diagramar es componer, es dar sentido y estructura a una información que puede estar conformada por solo texto, imágenes o ambos. Habitualmente, en el diseño editorial esta composición se realiza por medio de cajas tipográficas y recursos gráficos, para lo que se requiere: 1) entender las características de la tipografía que influyen en la comprensión del contenido; 2) sensibilidad estética, adquirida al estudiar las relaciones entre forma y color; y 3) conocer el contenido, su estructura y el público al que va a ser dirigido.

La suma de los anteriores factores hacen de la diagramación una actividad compleja. De ahí la necesidad de un profesional que cuente con los conocimientos y habilidades necesarios para la creación de proyectos editoriales (actualmente llamado diseñador editorial), quien, además de ser una una persona creativa, debe usar sus conocimientos para asesorar y guiar al cliente durante el desarrollo de dichos proyectos.

Sin embargo, en este proceso no toda la responsabilidad recae sobre el diseñador. El cliente, la persona o grupo de personas que lo contratan y quienes además guían el proyecto, debe entregar los contenidos a tiempo, revisados y con una estructura claramente definida. De esta manera no se cae en reprocesos que afecten el desarrollo del proyecto. Por ejemplo, he trabajado con clientes que durante el proceso de diseño siguen haciendo cambios a los textos, que también los envían con errores gramaticales y ortográficos, y que no definen la jerarquía o las principales secciones del contenido. Esto genera grandes dolores de cabeza, no solo al diseñador, sino también al cliente cuando el producto final sale con errores debido a esa falta de organización. Por lo general, lo que recomiendo a mis clientes, en el caso de que no cuenten con un corrector ortotipográfico y de estilo*, es que soliciten este servicio como un adicional al trabajo de diseño. Así, la probabilidad de que el producto final termine con errores es mínima.

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Para entender un poco más sobre cómo se realizan este tipo de procesos, establecí los siguientes pasos para el adecuado desarrollo de un proyecto editorial:

Contratación de un diseñador por parte del administrador del proyecto.
Entrega de contenidos debidamente revisados y estructurados o solicitud del servicio extra de corrección ortotipográfica y de estilo.
Asesoría por parte del diseñador para definir el formato adecuado de acuerdo con las características del proyecto y la audiencia final.
Desarrollo de página tipo o propuesta de diseño, donde se pueda apreciar el concepto gráfico y la estructura base del producto editorial (manejo tipográfico, maquetación, folios, gama cromática, disposición de imágenes, gráficas, tablas, etc.).
Aprobación de la página tipo por parte del cliente.
Diagramación de la totalidad del proyecto.
Revisión general del documento diagramado. Cotejarlo con los archivos originales para revisar que el contenido esté completo, se haya respetado la jerarquía de la información y que no haya errores en los gráficos que se hayan digitalizado o rediseñado.
Entrega al cliente, quien debe darle una revisión general al diseño para dar su aprobación.
Creación de archivos finales, ya sean para medios digitales o artes finales listos para impresión.
Entrega de artes finales al cliente.

Así que el diseño editorial va más allá de “embellecer” una información. Requiere de un proceso de comprensión y análisis preliminar por parte del diseñador, además de la debida comunicación entre él y su cliente. Es así como los diseñadores editoriales nos afrontamos a un proyecto editorial para entregar una pieza con estilo gráfico y contenido de calidad.

*Corrector ortotipográfico y de estilo: profesional encargado de hacer las debidas correcciones gramaticales, léxicas, ortográficas, sintácticas y de forma. Las de forma tienen que ver con identificar palabras mal partidas, caminos blancos en las cajas de texto (“ríos”), líneas finales de un párrafo al iniciar una página (“viudas”) o líneas iniciales de un párrafo al finalizar una página (“huérfanas”), al igual que el uso de cursivas, negritas, comillas, versalitas, etc.

¿ALGUNA VEZ HAS SOLICITADO UN SERVICIO DE DISEÑO EDITORIAL? ¡CUÉNTAME CÓMO FUE TU EXPERIENCIA!

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